No tenian coraje de provocar un drama, estaban resignados a prometer cualquier cosa y eso lo sabian.
Bailaban , se abrazaban alrededor del arbol centellante de promesas, y eran numerosas.
Nadie habia recogido sus ultimas palabras y no estaban enterradas en ninguna parte: el vacio las habia devorado.
Esa belleza ya no significaba nada.